Hablando sobre el momentum

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Hace un mes, escribía sobre distintos aspectos a tener en cuenta antes de tomar una decisión táctica sobre un activo. En aquel artículo me centraba en el petróleo. Señalaba que inclinaría más la balanza hacia un movimiento bajista de corto plazo, debido al contexto general en el que se daban cita la posible decisión de la OPEP de aumentar la producción (incierto hace un mes), la reciente fortaleza del dólar y un dato de inventarios que, si bien no alcanzaba una zona extrema, no sumaba puntos a favor de un movimiento alcista. Pero también dejaba claro que mi religión me prohíbe tomar una posición en contra de una tendencia bien establecida.

Aunque desde el momento de la publicación del artículo, cuando el barril de Brent cerró a 77,72 dólares, hubo una pequeña caída hasta los 72,45 dólares el barril (cerca de un 7 % de corrección desde el 30 de mayo) lo cierto es que, en el mes de junio, el Brent cerró con un avance del 2,03 % con respecto al mes anterior (como ha ocurrido el 68 % de las veces durante los últimos 20 años). Estacionalidad, lo llamábamos. Factor que, junto con el momentum, me hacía caer en la prudencia de no tomar ninguna decisión táctica. Algo legítimo cuando no lo ves del todo claro.

Mañana da comienzo un nuevo mes y empezará con el petróleo rozando los 80 dólares. Aunque la OPEP cumplió las expectativas, la demanda mundial está creciendo más deprisa que la demanda de petróleo. No quiero que esto se vuelva a convertir en un artículo monográfico sobre el oro negro, pero sí en un recordatorio de la importancia del momentum en la toma de decisiones tácticas y lo poco rentable que resulta para el especulador abrir posiciones en contra de una tendencia bien establecida. Este es uno de los factores sobre los que hablé el fin de semana pasado en el Forex Day y sobre el que escribo en el primer número de la revista del IEATEC, el cual le recomiendo leer.

En el artículo hago un breve recorrido histórico sobre esta anomalía. Empezamos en el siglo XIX con teóricos como Charles Dow y continuamos en el siglo XX con aquellos que se supieron aprovechar de esa anomalía como Jesse Livermore, Ed Seykota, Stan Weinstein y Richard Dennis, entre otros. En este siglo, hemos dado paso a los académicos (Narasimhan Jegadeesh, Sheridan Titman, Thomas George, Chuan-Yang Hwang...) y hay diversas investigaciones muy recomendables, alguna de ellas en el mencionado artículo, si desea ampliar su cultura bursátil y aprender más sobre este factor en concreto.

El momentum puede ser cuantificado a nivel técnico, más sencillo, teniendo en cuenta la distancia del precio a los máximos (mínimos) de 52 semanas, la utilización de medias móviles o el comportamiento relativo de un activo respecto al mercado los últimos seis meses y un año (interesante el libro de O’Shaughnessy, What Works on Wall Street, y su estudio sobre la fuerza relativa). Aunque también hay plataformas que tienen en cuenta aspectos fundamentales para la cuantificación del momentum como la superación de expectativas de beneficios de la compañías, estimaciones de los analistas y el aumento de recomendaciones de compra o de venta.

Y recuerde que, antes de añadir algo a su caja de herramientas como inversor, debe reflexionar sobre si añade valor, es persistente y se puede probar.

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